Rompen como luces las cadenas corroidas por no querer ya más ser y dibujan impacientes sus otridades:
Nada quieto, ahora.
Ninguna forma definida confieren a aquello en lo que están.
¿Para qué querer estar?
Fluyen, no-observantes, sabiendo que no son ser; seguros ante la libertad desencadenada.
Y, sin embargo... algo somos, tal vez.
martes, 17 de noviembre de 2009
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