viernes, 7 de diciembre de 2012

Pedir

Como las hojas secas se esparcen cual sepultado monje por el suelo dispuesto -sombra de sombras humillada por su humildad- a ser pisado o compadecido a merced del paseante que sobre sí transcurre, yace él arrán, arrán del suelo.
Entregose todo a la vida no haciendo nada que ella no le diera a hacer; olvidose, perdiéndose, por amor a la vida, en la vida.
Fue así como él -pasión de pasiones, pasividad absoluta, pendiente siempre del actuar de los demás- olvido la acción, olvido hacer vida y permaneció entregado a aquello que solo puede entregarse.

martes, 13 de noviembre de 2012

Final

Azules tintes perdidos dibujan sobre tus manos los días que transcurrieron sobre el arcén. Recobrar, ahora, lo inmediato, sería alcanzar-te ante ti, sobre ti, dislocada.

El tiempo desenvuelve el origen sobre los entumecidos cuerpos que no fueron más que sucesos. ¿Ahogas tu llanto? Tus labios se desdibujan sobre las leves pérdidas de orina que, en la noche, se deslizan furtivamente ante el espejo.

Los días pasan. Los días pasan; pasan y dejan sobre lo que pasan como marcha el que da. No hagas caso de las palabras que envuelven el habla. El tiempo desenvuelve el origen y nada podrá reunirlo sobre las tierras etéreas del pasar.

Ahora escucha: el hecho de que un gato pierda una pierna no le obliga a caminar sobre cuatro patas por ser su raíz, ni requiere descender lo descendido alcanzar lo más alto. El suelo, entonces, se desdibuja y se sienta sobre su propio suelo, que, a su vez, reposa. Nada hay más doloroso que la jerga mal curada. Ahora:

Detrás de los abedules los jardines permiten caer más allá de sus días como quien cae sobre las oscuras mesas que anidaron tu balcón, balanceándose en las glorietas que no anduvieron nunca sobre al mar, los escarabajos descubren que cada día alguien los recibe con líquidos de bienvenida allá donde no alcanzan las nubes tu sonreír. Las cuatro paredes en las que te ciernes olvidan la puerta abierta.

No queda nada… tan siquiera ella se ofreció a socorrerte. Sólo los humos de los cigarrillos podría dibujar lo pasado.

Una escena cotidiana


El día muestra las miserias que la noche esconde. En la plaza, una madera golpea las piedras enmohecidas del hambre y deshace las sombras que su perseverancia trazaba sobre el puro blanquear del Sól. ¿Quién no quiere ver en la ciudad la copula secreta de dos mantas que envuelven la muerte? Y el orgullo desciende sobre los adoquines de la espera; protege al que esta protegido y hunde al hundido.

martes, 6 de noviembre de 2012

Inadecuación

Y de entre el silencio se adentra, inesperada, la voz... tan lejana, tras tanto tiempo; tan por formarse, aún.
"Siempre es demasiado pronto", te repites mientras la ves; y sabes que ya es tarde.