Como las hojas secas se esparcen cual sepultado monje por el suelo
dispuesto -sombra de sombras humillada por su humildad- a ser pisado o
compadecido a merced del paseante que sobre sí transcurre, yace él arrán,
arrán del suelo.
Entregose todo a la vida no haciendo nada que ella no le diera a hacer; olvidose, perdiéndose, por amor a la vida, en la vida.
Fue
así como él -pasión de pasiones, pasividad absoluta, pendiente siempre
del actuar de los demás- olvido la acción, olvido hacer vida y
permaneció entregado a aquello que solo puede entregarse.
viernes, 7 de diciembre de 2012
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