miércoles, 25 de junio de 2008

Rituales privados II

Tras la ventana, las risas de las gaviotas sobre la mar saludaban un nuevo día. Poco a poco, caían hojas de su piel otoñal mientras llovía sobre la almohada.
Dejo el filo sobre la mesita de noche y se levantó; sin lugar a dudas, alguna extraña alergia había invadido su cuerpo, ahora rojizo. El Sol brillaba tras las ventanas como una nueva verdad, sombra de aves sobre el agua.
El café con leche, esa mañana, no supo como tantas otras mañana mientras lavaba la navaja de afeitar. Era, sin duda, el momento oportuno para bajar los desperdicios de la noche anterior al contenedor público.
Luego se vistió, sabía que algo había terminado, y volvió al trabajo.

sábado, 14 de junio de 2008

Rituales privados

Los pasos descienden lentamente sobre el mostrador y, como el crujir nocturno de una almohada, alguien esparce un susurro por el aire de la habitación, manifestando un habla que no quiere ser escuchada.
Él caerá entonces sobre las viejas convenciones y comprenderá que no hay vuelta atrás.
Alguien se conmovera, no es momento ahora para lamentar el pasado: sabían que lo habían cuidado con toda suerte de lujos consagrandolo para aquel instante.
Luego la voz sonará y, como una vidriosa binza de hierro, resonará por todo el habitáculo llevando, con su ruptura, a la desesperación, al movimiento convulsivo y al grito de todos los presentes, salvados ya, mientras la sangre se filtra por debajo de la puerta como el llanto de una conciencia enclaustrada.

domingo, 8 de junio de 2008

Purificación

Tras escuchar sus palabras, le quedaron apenas fuerzas para cerrar lentamente los ojos mientras sus muslos dormían sobre la butaca de aquel viejo bar.
Entonces, ya dentro de sus ojos, una mano le acariciaba la piel mientras se entregaba a la delicadeza de la noche pasada.
No podía comprender lo que escuchaba y su cabeza se repetía, como una desfasada predicción, que sabía que sucedería lo ocurrido.
Comprendió que, ahora, todo cambiaba; que, no siendo ya todo como era antes, todo seguía siendo todo, y que las posibilidades de ser aquel todo que se quiso ser se perdían en el no querer ser aquel todo, mientras no compriendía nada.
Lo miró... seguía allí... no podía entender que no era este momento para permanecer demasiado tiempo en una misma situación, que tenía que marcharse... Recordaba, ahora, aquella primera noche de placer... no era posible... habían preferido esperar...
- Te dije que no se lo dijeras -Dijo mientras mantenía los ojos cerrados.
- Ya... -Sonó, lejana, una voz.
... Y ahora todo estaba perdido; no había nada más que hacer donde la nada estaba ya hecha...
Y él se levanto, dijo adiós, se giró y se fue... Ella permaneció sentada en el sofá -esa era su vida entonces- sin ver que, tras el cristal, él daba media vuelta y retrocedía pensando, como ella, en ello.