miércoles, 25 de junio de 2008

Rituales privados II

Tras la ventana, las risas de las gaviotas sobre la mar saludaban un nuevo día. Poco a poco, caían hojas de su piel otoñal mientras llovía sobre la almohada.
Dejo el filo sobre la mesita de noche y se levantó; sin lugar a dudas, alguna extraña alergia había invadido su cuerpo, ahora rojizo. El Sol brillaba tras las ventanas como una nueva verdad, sombra de aves sobre el agua.
El café con leche, esa mañana, no supo como tantas otras mañana mientras lavaba la navaja de afeitar. Era, sin duda, el momento oportuno para bajar los desperdicios de la noche anterior al contenedor público.
Luego se vistió, sabía que algo había terminado, y volvió al trabajo.

1 comentario:

disfàgic dijo...

Me gusta lo que dice y no dice, la ausencia de obra, la ausencia de texto, la ausencia...
Blanchot, mon amour.