sábado, 14 de junio de 2008

Rituales privados

Los pasos descienden lentamente sobre el mostrador y, como el crujir nocturno de una almohada, alguien esparce un susurro por el aire de la habitación, manifestando un habla que no quiere ser escuchada.
Él caerá entonces sobre las viejas convenciones y comprenderá que no hay vuelta atrás.
Alguien se conmovera, no es momento ahora para lamentar el pasado: sabían que lo habían cuidado con toda suerte de lujos consagrandolo para aquel instante.
Luego la voz sonará y, como una vidriosa binza de hierro, resonará por todo el habitáculo llevando, con su ruptura, a la desesperación, al movimiento convulsivo y al grito de todos los presentes, salvados ya, mientras la sangre se filtra por debajo de la puerta como el llanto de una conciencia enclaustrada.

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