viernes, 2 de enero de 2009

El parto

¡Que gran dolor, el de un dios al nacer!:
La sangre fluía entre los cuerpos descuartizados, sobre el aire... ¡con que desesperación se desgarraban los buccinadores de los aún supervivientes, por la rabia de un último grito de aceptación!
En la lejanía, sobre las casas, el fuego cocía aquellos que no pudieron actuar... todo tan inesperado...
El vino y la música cruzaban el aire, los alegres fritos y el regocijo envolvían a los cuerpos, aún en pie, mientras la festividad se extendia por la pradería. ¡Ni el ejercito más numeroso del momento habría sido capaz de deborar tanta carne!
Las contracciones de la tierra eran cada vez más fuertes bajo los pies de la victoria al danzar.
Por un momento, tras una copa levantada, el silencio junto al llanto del nuevo sol:
- He saldado vuestras deudas; ahora me debeis fidelidad por la felicidad otorgada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://neoidealismopagano.blogspot.com/

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