miércoles, 11 de marzo de 2009

Cuando el cansancio entra por la puerta no quedan ya ventanas

Sin saber como, un día, podría ser que, al levantarse, uno sintiera el lastre de sus pies al ahogar el suelo con sus pisadas. Los taponados poros de la piel del suelo como erupciones volcanicas podrían labar las legañas de los cerrados ojos como el granito laba una cara y podría creerse que el hombre, fatigado ya, no tendría nada mejor que hacer que marcharse a cazar canguros al Nepal y perpetuar la vergüenza de la taza de café.
Pero, quieto e indiferente, sobre sí mismo, pendiente del excremento de paloma que pudiera caer, ya, sobre su sien apelumbrada, reside en su interior la palidez del hielo pasado... no concibe como él es ahora aquél y se pierde en la narración de lo que él ha hecho al no ser ya más que uno más... ¿Cómo llegar a ser alguién entre los miles de personas que cruzan en una hora un semaforo de la Diagonal?
La multitud enbellece la ciudad, y la ciudad bella és el mayor de los males.
Luego pesiste sobre sí el hombre, total y unicamente sólo, incomprensible e incomprendido... ah!, y todo lo perdido... ah! y todo lo adquirido que apelmaza el ser del día... Dónde resta el ser de nuevo con la muerte más cercana aún que las hormigas de la alacena.
El sofa no descansa más que cuando no da descanso... "¿Cuando descansa el hombre? ¿En qué no descansa?" se dice, y vuelve a caminar.
La libertad de una vida atestigua el fracaso del ser cuando el modelo ha huido porqué el frío le impedia posar su desnudez: Somos grandes pintores, pero la lentitud nos mata. -¡Bajad el aire acondicionadao!-
El hombre, luego, llega al pasaje de la intimidad nostrada y se palabreja y se complementa a sí consigo mismo haciendo en, desde, para, con, contra, a, ante, cabe, de, bajo, hacía, tras, hasta, sin y según sí como una nupcial descarga del intelecto sobre el cuerpo... Más tarde llega la culminación: El mundo, la tierra, la noche, el velo, la luz, un mundo, el orto, el culo, la mierda, el ojo, el deseo, la satisfacción, el sindrome, el trauma, la cosa, el ente, el hombre, la silla, la jarra... De este modo, levantas los ojos y la mesa no es ya mesa... qué distante és el mundo en la cercanía del habla. No recibes ya... nadie te entiende y tu no entiendes a nadie -pues nadie es un sujeto de difícil comprensión-...
Como se aleja el ruido del mar en el oleaje... qué gran dolor pesa sobre la grave mirada de la huida nocturna... ¿Dónde están los demás si estan de más? Que gran rotura de la vida... el lenguaje... ¡Qué gran soledad!
Reglamento de construcción: Piedra sobre piedra con mortero rico en porland entre medio; nada de cal, que se arruga; se plancha y listo para servir...
Ell pan es cada dia más como las ancas de una sardina y escasea la eficiencia del eficiente señor que soñaba aceitunas.
¡Qué gran dolor escribir!... poner tan lejana la gente que... Sentar tan aparte el mundo que... Despues miras y no queda nada... Despues callas y no queda nada... Desgastado esta todo por la erosión de la brisa que el hablar causa... Pero, como callar ahora... Ahora es cuando menos uno ha de callar... Resta el sueño y la incomprensión de porqué no entras... "El dolor del mundo embriaga al que no encuentra sustento en la tierra", dijo una vez... acto seguido se tumbo a dormir sobre el cesped.

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