jueves, 5 de marzo de 2009

Delphos

"el ente sólo pued ser, en cuanto ente,
si está dentro y más allá de lo
iluminado por esa luz"
M. Heidegger, El origen de la obra de arte


Gira sobre sus aspas en mar ajeno el reloj ya estropeado que colgara en la pared, pierde el lienzo, rueda un cuadro y limita la possibilidad del ser. ¿Quién reordenará sobre los tejidos rotos del vestir de los árboles los destinos quebrados que han de acaecer? Como una flor, la risa desguaza las algas del estancado sueño de un leve jardín... ¡Demasiado temprano!... siempre es demasiado temprano. Y las lisonjas esparcidas como dadivas de santidad reclaman esconder sus piernas bajo el taburete de la castidad. Las tijeras caen sobre la mesa y no cortaron nada antes de que el reloj se detuviera... después de ello no quedaba nada por cortar.

Pende el reloj sobre oceanos lejanos y pretende calcular un tiempo que no está. El Porvenir a pasado y a dejado un recado para el Recuerdo: "volveré en cuanto pueda"; al despedirse a olvidado concretar cómo. En los bares descansan las esperanzas de que cese el diluvio y Noé no atiende a la palabra de Dios que, al mojarse, se esparció sobre el papel en una gama de aguados pisapapeles que reclinan su cabeza en el saber de las polillas.

Através del vaso se desfigura el reloj que reclama el futuro; este pasa de largo y la luz alumbra las huellas que desdibuja el mar tras sus pisadas. Algo dice que lo pasado aún está por pasar y que lo ocurrido nunca terminará de acabar; saber estas cosas podría perturbar el sueño de aquel al que le fuera destinado el dormir, mas: no debe permitirse que el destino desentrañado impida vivirlo tal como se desvela.

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