jueves, 17 de julio de 2008

Cae el horizonte

Ver perfilarse en la distancia algo parecido a una luz sería como intentar afirmar que estás a oscuras, mal no estar convencido de ello; dado que, donde te hallas, no es más que el largo susurro de un vendaval que no toca nada.
Por unos momentos, con la cara ensangrentada, creerias sentir algo fluyendo sobre tu rostro, si no fuera por el suspiro meditabundo de una ciudad deshabitada.
Piensas que quizá deberías andar y, sin embargo, crees que ya estas andando, pues es tan sin nada el lugar donde te encuentras que nada no puede ser ocupada, tan siquiera por la oscuridad. Retomas, por un instante, lo sucedido y se desdibuja la posibilidad de que se manifieste una luz.
Te preguntas por si realmente haces algo y, no obsante, sabes que no has dejado nada por hacer.
Más tarde, el viento susurrará cada vez más fuerte, como si una ciudad desolada gritara en la lejanía; solo entonces sabrás que no estabas y dejarás que, sin más preambulo, caiga el horizonte.

No hay comentarios: